Felicidad. El espectáculo lleva el subtítulo happy/end (final/feliz). Y como diría Jacques Derrida: ¡Al final, sabemos que todo esto acabará muy mal! No hay manera de alcanzar el bien absoluto. La presencia está siempre dividida, fracturada.... Y aunque alguien nos venda el sueño de una felicidad posible, gracias a dios, no lo lograremos! Porque sería la muerte, el bien absoluto sería idéntico a la muerte!
BIG 3rd Episode tiene este gusto amargo de fracaso y muerte. Sin embargo todo parece perfecto: el espectáculo tiene algo de inteligente y divertido; las mujeres que aparecen en escena son hermosas, sanas y atractivas; los hombres son malvados y cínicos; los diálogos encajan perfectamente en la imagen de espectáculo de entretenimiento provocativo e inteligente de Superamas. Pero usando las estrategias de repetición y descontextualización, Superamas escarba bajo la superficie de sus representaciones. Y lo que Superamas desentierra es el poder de este deseo de felicidad y al mismo tiempo su total vanidad. Estas estrategias aplicadas a este tópico generan un proceso de pensamiento autoreflexivo que conduce el espectador a reflejar su propio recorrido y sus propias expectativas de felicidad a lo largo de la pieza.
Y sucede que esas expectativas son previsibles y previstas. Nuestros deseos más íntimos ya se calculan a través de estadísticas sociales y marketing. Por lo tanto el comportamiento individual no es más que la copia de un cliché. ¡El vodevil moderno es estadística!
¿El trabajo de Superamas es arte? Este colectivo de artistas pone en juego las diferencias entre arte y kitsch, alta y baja cultura, televisión y teatro … con una facilidad tal, que el término, ya casi olvidado de arte posmoderno parece ser de nuevo útil. Pero este pensamiento es demasiado fácil. Superamas establece un juego tan complejo con las diferencias entre el arte y los entornos derivados de éste (institucionales, técnicos, sociales, de cultura de masas…) que hace que la diferencia entre arte y no-arte quede fuera de juego. Este colectivo de artista opera en la vaga pero creciente área del postart. En ésta, el arte en general confluye en una extraña mezcla de seriedad y entretenimiento, investigación de la forma y alusiones reflexivas a códigos de género bien conocidos, pero siempre de una manera totalmente diferente a la de la mejor música pop de Radiohead, el Pulp Fiction de Taratino o de toda la obra de Andy Warhol.
-Rudi Laermans (profesor de sociocultura en la Universidad de Leuven, Bélgica)-
